sábado, 5 de julio de 2014

MARÍA NARANJA TOMADA VERSIÓN RECORTADA


-SI TE PIDE COMPROBANTE.


-BUSCALO ADENTRO DE LA MÁQUINA.


-Y VAMOS DIRECTO.









 LA SACADA


Son los relatos de quien creyó ser un ser sin costados puntiagudos, capaz de no tener forma.
Ser un jugo contenido que se amasa.
De quien cree que para ser, se necesita impacto. Y que la palabra ser es igual a panadería o limón o agujero o vacío. O húmedo.
Pero sí considera que se parece más a estallido, a vibración, a saltos, a instantes. A miradas. A desconocidos.
A continuos desconocidos conociéndose.










EL ORIGEN
Suenan los tambores, y hay una orquesta atrás que empieza, despacio. Una trompeta anuncia un inicio, un origen que galopa con la fuerza de estallar, viejo o nuevo, y no estaba antes.
Y a partir de ahora.
¿Cómo era?
Ser uno no basta.
Muere y nace. Se cuela y queda siendo el jugo que deja tomar a quien empieza a nutrirse así y a guardarse esos detalles que le hacen recordar.
Busca aliados. Alguien que le diga qué nombre tiene para llevar.
En las paredes suele encontrar algún rastro.
Intuye al universo dentro. Y eso puede significar: luna, un vecino corta el pasto, y lo que se está secando y lo que se está poniendo duro, y lo que pasa cuando la lengua se pasea por una encía hinchada.
Un mordisco.
Monos. ¿Cómo empezaron a inventar?
Estar creciendo dentro de un nombre. Que podría ser María o Naranja, o Cereza o Violeta.

Un estado.
Ser.
Murmurar.
Estar volviendo.
Estar más serios y estar buscando un nuevo juego.



LO QUE LOS BRAZOS NO LLEGAN A RODEAR Y NO SE ESCAPA POR LOS COSTADOS
Se queda quieto. Ahí en tu presencia.
Se escuchan pajaritos.
Van a sonar adentro de tu cabeza. Cuando entremos en el terreno de la imaginación. Vestidas de flores y sonrisas.
Brindis. Las que fuiste y las que serás. Y por ese aliento fresco que te nombra el siempre.
Tu apodo podría ser Marzo.
Hoy por primera vez me contaron lo que significa aparecer.

La intención de los actos resulta misteriosa.

“¿Qué puede hacer un hombre sino convertirse él solo en literatura?
¿Qué puede hacer un hombre sino inventar sus amigos, o, por lo menos, sus compañeros de espíritus?”[1]

Alguien me enteró de dónde es que pasan tus días de sed, entre risas y miradas para el costado, con lo que se me llena todo cuando me agarra.



MARIA NARANJA INTRIGADA DE CEREZA
Mi nombre es el de las frutas. Busco las letras que más me gusten. Siempre.
A veces siempre, no es el tiempo continuado, ni la intensidad más fuerte, a veces hay siempre de donde no puedo salir y otros, que se desvanecen como la fruta que como, cuando elijo mi nombre.
Me he hecho agua al trozar un pomelo, me ha sabido gustar la intensidad amarga.
Ahora suelo comer cerezas.
Me gusta ver con las persianas bajas. Solo en partes, ver pedazos, escuchar ruidos.

Me seducen las palabras que acarician con intenciones desnudas.
Los roces cómplices, por eso me gustan los abrazos que sospechan lenguas que no existen y aún me chupan entera.
Ablandan mi cáscara.

Me gusta más el emerger que el acabar.
Me gusta la sensación planta, esa: abrir el cuerpo en donde la piel se estalla muy suavemente.
Gajos se despegan.
Sentir llegar, buscar con paciencia.
Ahí.
Cuando está llegando.

No soy blanca, por supuesto, tampoco negra.
Soy de colores, a veces madura, fresca, soy espesa, lechosa y liviana.

Y me vuelo en chorros de jugos que se nacen con tu fuerza, con la fuerza de las manos, y miradas, las del borde.
Pero como ahora cereza, me voy por las bocas que caminan por verdulerías, calles y por los de mí sola, cuando el brazo me toca en donde más se pierde, y agua, y mirar, y ahora, y antes, y después, y todo junto y.

La consecuencia se pierde del diccionario, del universo.
Invitar a.

Lo que encuentro: contenidos de piel, y dibujos de cosas que pasan por otro lugar que no éste y ninguno que podamos. Un carrusel brillante y blanco galopa por el cielo.

Estoy un poco, a veces llena de jugo.
Y es, como uno de esos es, que es encuentro, es rasguñar una tela y pasar y es frío y no, calor y sí, y más acá.
Y risas. Muchas risas. Y volver acá. Y de vuelta allá.

(Y te está pasando y es muy denso en el borde de).

-Me ta mor fo sis-

DE. De dado o de día.
Muchos gustos de frutas.
Todo el tiempo invitando a entrar.
Un mordisco de algo rico, dulce que seguro te empieza, ya te está por gustar y cuando estás tragando.


MARIA CARNAVAL
Risas.
Muchas risas.
Un montón de risas.
Traducción: mirada entre, juntas todas riendo, codeándose,  algunas tiradas por el suelo, otras coloradas.
Me mueve de felicidad por un rato, me sorprende con máscaras de lugares, me abre cajones y se salen volando pañuelos de colores.
Son de seda y me vuelo fácil.


MARÍA TROZADAMUERTE
Y hay veces donde leer y nada. Donde la resaca, donde la soledad.


MARÍA TIENE ALGO
Y, sí. Llegó un día.
Y me disfracé desmemoriada.
Vuelta atrás.
En los mismos agujeros.
Para oler en la voz.
No sé dónde, en sus manos. O no en sus manos.
Su piel, sus ojos, adentro de, en algún lado y en ninguno, en un almanaque viejo y en donde no sé dónde está.
Se seca. Se pone dura.
Rancia y espesa.
Hasta ahí.
Te late despacio. Te mata.
Te escupe.
Se esconde de pasos y ruidos.
Entre el estado de ocurrencias.
Vivir, caer.
Se carga las espaldas de nombres, de gustos.
Todo te suena de algún lado.
Como con los ojos atrás.
Viendo con el ojo quieto.


VISTE LARGO
Antes de que llegaran. Frutas, distinto color de pelo.
Escenario de luces y lindos dientes, sonrisas, y se vuelve todo de color rojo.
Mientras sonaba entera en una melodía mental, de lienzos blancos y llenos.
Ojos viendo.
María Naranja había surgido de algunos lugares, de algunas palabras y 

algunos
lugares.                                                                                       “Y de…”[2]
La mesa interminable, y el adorno de pescado que está sobre ella, los sonidos se eternizan, y da todo lo mismo y da ganas de explotarse.
Y desde ahí se mueve.

No para.
No para.
Esa voz de un primer nunca más sin esa voz que te pregunta.
Se le iba por ahí. Por tus muelas.
Dejaba migas para disimular.
Vivir, caer.
Todo te suena de algún lado.
Como con los ojos atrás.
Viendo con el ojo quieto.

María Naranja había surgido.


REDONDO RECORTADO
Y ganas de atravesado. Caminar atravesado, escribir atravesado, mirar atravesado. Lo que termine en las letras del movimiento.
Ondulando, ondulante. Con la boca llenas de letras que suenan como suena la o.

Saltamos alto, y vimos despejado. Una en la otra sin que una y la otra y no hay una y la otra y es un enredo que no para de enredar por el mero hecho de decir que se junta y separa al mismo tiempo.

Mechones.
Porque levanté los hombros, finalmente.
FINALMENTE.

Levanté los hombros. Y es un globo que se pierde, un gajo que se come y ya.

Y esto y aquello, y en todos lados y como salir corriendo pero no tanto.

Estamos. ¿O son azulejos?  
La lentitud, la comisura de una boca que suena la puerta que se cierra fuerte.

Una sospecha contundente.
Se olfatea un grito.
Y son golpes.
Quiero correr, espesa. Salgo.
Ya no soy fruta que empieza a moverse, ahora esta ruina de muertos que acaban en hojas y cáscaras secas.
Un tono aprendido, el sonido de un idioma que tira muebles contra el piso.

Naranja se siente.
Se hace incienso.
Y se quema sola o en compañía de quien la deja más o menos sola.
Y espera que un día a su lado.

Se cae la piel, se sobra.
Se arruga, se mete.
Entre las ranuras de su cáscara.
Guarda. 

Crece. Cambia. La veo siendo desde semilla.


YA ESTÁ
El día en que Naranja entendió.
Se había metido en otro lugar, otro nivel, entre algún lado, a una altura que era otra. Cuando el significado de otro es lo que se agrega diferente. Agujero, espacio.
Hueco de olor fresco. Fresco. Húmedo y denso.

Como un slogan que suena raro, que dice algo descubierto, o como ese ruido que suena tras la puerta que se había cerrado. Y.
Ya no sé quién. Y es ruido a salir.
A salir.
Y la boca se abre, y las comisuras despegan.


OJO NUBLADO
A María le gusta más estar del lado de afuera.
En algunas manos, uñas recortadas con los dientes.

En los bolsillos, plazas y bancos que miran con el ojo torcido.

Ese que ve lo que está de costado, lo que te sigue por alguno de los lados en el fondo de un bolsillo.
Y para eso mete la mano.
Pegamento, cruce, encuentro. 

Hecha de palabras.
Un almíbar dulce de flan con caramelo.
Que está a punto de quebrarse y empezar a chorrear.
¿Qué es? Las palabras en la boca se pasean por unos rincones detenidos, que tienen plantillas en sus vocales, que tienen telas y se hacen dibujos en una pared que comienza a deletrear aerosol negro manuscrito, la poesía está en las calles.
Bien justo, en frente de lo que se hace recuerdo de una vereda.

Mientras están sonando las letras adentro de cerca de tu boca, hay perros sonando, y un timbre, y voces, y tormenta.

Lista, fresca y recién exprimida, y sin troquel.

Un instructivo para el vecino de al lado.

Seguramente sepas.
Cortar y pegar.
Es lo tenso y lo liviano.

Por donde transita el jugo.


ELLA
De algún lado la conozco, las letras que la van diciendo son las mismas que voy escribiendo cuando leo.
De algún lado esa respiración agitada.
Cuando me salgo, me lustran los ojos.

Conozco el sabor amargo, ese que deja ardiente. Ese que espera. Ese que escucha el sonido del irse.
Y se abre algún refugio que deambula.


MOSCAS EN TU LENGUA
TU BOCA LLENA DE MOSCAS
MOSCAS VIVAS
QUE QUIEREN ESCAPAR [3]
La tormenta de María reitera.
Esa uña arrancada, de pinza y sangre.
Lo contó en la sala de espera.
La garganta repleta de vómito.
Descascarada.
Se le ocurrió.
Labios anchos y espesos techos negros.
Y aliento.
Escupidas de mezclas, letras mezcladas con tu saliva [4].
Le gustó dejarle marca.
Ahora se anda cortando los brazos, el cuerpo y las muñecas de los brazos que cortan el cuerpo que entra y se mete de olor y voces que no paran de cortarme el cuerpo y los brazos.


CUANDO
Mi lugar, el medio de un lugar de observación vacío. Lo respiro.
Vacío. Lleno, vacío, se respira, lento, agitado. Entra y sale.

Empieza a hacer frio y el abrigo pica.
Vine a algo, correr y olvido, significan lo mismo. Una urgencia cedida.
Viceversa. Reciproco, inverso y contrario.
Como lo mismo.
¿Dónde quedaste María?


PULSO
Se mueve sin intenciones desde hace un tiempo, se mueve adentro mío.
Se sale desde un centro al aire.
Desenhebrado. Y desmembrado.
Todo junto.

Universo o lenguaje.

Un montón de sin letras en aire caldeado, no escaso, cenizas de un fuego que no se dice.

Los espejos, el ser de ojos, los otros, se siente un hueco.

Acto solo. 
¿Cuál es el secreto?
Piel.
El musgo de la adultez.
Pretender, linda palabra.
Estas son tus letras internas.
Y  quedar recortado es una mutilación misteriosa.

La silla mueve que me muevo, me muevo.


¿Dónde estás María?

Un camino, cualquiera y uno.
El secreto entre piernas.
-A dónde. Con quién, a qué hora. Pregunta el oficial.

¿Dónde están todos lo que salieron corriendo?

Lo supe, me acentué, me puse trazos.

Las ondulaciones de la piel se van haciendo mientras el que lleva un nombre se encuentra, perdido, siempre atrás, mirando quién ser.

Dónde están, si son, jugo de mi sangre, casualidades, si son, una, alguien, si estás ahí sabiendo, si te estás limpiando. Si estás latiendo y vibrando. O si estás en otro lado. Si entre hablar y no hablar hubiera un.
Un misterio, un pan, un beso, un sí, un no.


SÍ, TÉ
Llueve, cae agua. Copiosamente domingo.

El ser se vuelve magnético. Resulta ser lo mismo a todos los que imaginan lo mismo.

Ella se raspaba a los costados porque le dolía. Ahora se ve desde afuera.  

Se puso un aro en la boca y tiene un teléfono rojo, una caja registradora y unos sillones haciendo juego.

Nos dimos la mano cordialmente, como desconocidas de algún lado.

-Un par de palabras y me pongo contenta, un par de palabras y me pongo triste, un par de palabras. Así dijo esa voz, en el fondo, de abajo o de allá. Hay alguien que usa una goma y borra.

El aire se trenza. O se amasa. O se sacude.

A palabras de distancia.

Vuelve esa calesita blanca pintada de colores, y caballitos, y un barco de volante verde, y el señor que mueve la sortija, la quiero agarrar, la quiero agarrar.

Arriba es muy alto.

Soy una flecha roja que te llama.

Estoy en ese lugar que ocupa todo.

Palabras.

Suben y bajan.
Se hamacan.
Pegoteadas con jugo de fruta pisada.










LA PUESTA



La cosa se puso fea. Los detalles tienen que ver con establecer diferentes criterios para valorar los fenómenos y sentimientos acaecidos en el experimentar.
Predisposiciones a la desilusión, a las expectativas, a oscurecer el placer. Como dijo ella, el otro día.
La vivencia de este  momento se parece a un lugar que va borrar lo que va diciendo y cuando empieza a limpiarse y todo se vuelve como cuando es todo blanco.
Contundente.
El hecho de la dispersión.

  
SIN
Y ese aliento.
Esas escupidas de mezclas, de letras, mezcladas con tu saliva.
Le gustó dejarme marca.


EL DÍA DEL MEDIO
Hubo un día donde dejé de verme. No un día, no.
Hubo una sensación de dejar de verme.
No.
Un roce.
De la calle, del asfalto, denso y espeso.

Cuando me gusta más verte, que verme verte como me ves.

Habito el sonido de ladridos.
Voces calcadas en la piel.

Y salgo por la ventana y tu plaza y los pajaritos cantan, como tu favorito.
Soplan esos pedazos de clases y bancos tapados de oscuridad.
Soplan ese gusto a poco. Y lo pueblan de prados, de verdes, de máquinas sonando que escriben y música que sale de por acá.
A la sensación de lo traído.
Traído.
Traído.
Agrio. Traído. Agrio. Agrio. Traído. Traído. Agrio, agrio…
Viento traído de lo de agrio. Aliento que ya no es feo, ni desconocido.


LO PONDRIA EN OTRO LUGAR
Roja y me gusta vibrar.
Soy tela.
No quiero explicar.
Me niego.
Me entrego.
Me creo.
Me ausento.
Las comillas gritan.
Así, como te suena.
Vos querés saber todos los ademanes.

Un adorno redondo y lustrado.
Cortar en gajos y entrarla en esta boca que no para de comer.


CHASQUIDO
La piel despierta.
Son las manos las que vibran.
Se trata de tocar lo que se imagina.

La existencia es la puesta en escena de las frecuencias.
Tonalidades, texturas, tierra mojada.
Ademanes.
Gestos.


EL MITO Y EL ORIGEN
UN MITO
María se despertó.
Naranja salvaje. Árboles y montañas y sol.
Los ojos tranquilos. Todos sin nombres. Nuevos.
Tirados en el pasto, rodeados de verdes, y comen, y ríen, y se miran, y hay.
Nómades.
Bocas sucias de moras, y frutillas.
Convidando.
Se llaman con las manos.
Vino de lejos y se enamoró del sol.
María come y deja comer.
DOS
Algo pasa con el paso del tiempo que pasa mientras se dan los pasos, algo en el color de la piel, la rugosidad.
A veces se desata y otras quiere escuchar.
A veces en las bocas.
TRES
Ella multicolor.
Ninguna.
Chispazos.
CUATRO
Se disuelve. No hay pronombres.
Juntos. 
ÚLTIMO
Todavía.
Se demora. No le responde aún. O busca excusas.
Tiene una voz reconocible. Pero no sabe qué habla.
No sabe qué fuerza, qué habla.
Se le tuerce. Discontinuo.
Solo existió en la intención de correr una mesa.
Dos manos llenas de contornos.
Y la fuerza.





[1] De Pessoa salieron las marcas que a María le quedaron impresas.
[2] (Vacío)
[3] Cada uno un título.
[4] ¿Hay necesidad? Sí cuando la hay.  

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