-SI TE PIDE COMPROBANTE.
-BUSCALO ADENTRO DE LA MÁQUINA.
-Y VAMOS DIRECTO.
LA SACADA
Son
los relatos de quien creyó ser un ser sin costados puntiagudos, capaz de no
tener forma.
Ser
un jugo contenido que se amasa.
De
quien cree que para ser, se necesita impacto. Y que la palabra ser es igual a panadería o limón o
agujero o vacío. O húmedo.
Pero
sí considera que se parece más a estallido, a vibración, a saltos, a instantes.
A miradas. A desconocidos.
A
continuos desconocidos conociéndose.
EL ORIGEN
Suenan
los tambores, y hay una orquesta atrás que empieza, despacio. Una trompeta
anuncia un inicio, un origen que galopa con la fuerza de estallar, viejo o
nuevo, y no estaba antes.
Y a
partir de ahora.
¿Cómo
era?
Ser uno no basta.
Muere
y nace. Se cuela y queda siendo el jugo que deja tomar a quien empieza a
nutrirse así y a guardarse esos detalles que le hacen recordar.
Busca
aliados. Alguien que le diga qué nombre tiene para llevar.
En
las paredes suele encontrar algún rastro.
Intuye
al universo dentro. Y eso puede significar: luna, un vecino corta el pasto, y
lo que se está secando y lo que se está poniendo duro, y lo que pasa cuando la
lengua se pasea por una encía hinchada.
Un
mordisco.
Monos. ¿Cómo
empezaron a inventar?
Estar
creciendo dentro de un nombre. Que podría ser María o Naranja, o Cereza o
Violeta.
Un
estado.
Ser.
Murmurar.
Estar
volviendo.
Estar
más serios y estar buscando un nuevo juego.
LO QUE LOS BRAZOS NO LLEGAN A RODEAR Y NO SE ESCAPA
POR LOS COSTADOS
Se
queda quieto. Ahí en tu presencia.
Se
escuchan pajaritos.
Van
a sonar adentro de tu cabeza. Cuando entremos en el terreno de la imaginación.
Vestidas de flores y sonrisas.
Brindis.
Las que fuiste y las que serás. Y por ese aliento fresco que te nombra el
siempre.
Tu
apodo podría ser Marzo.
Hoy
por primera vez me contaron lo que significa aparecer.
La
intención de los actos resulta misteriosa.
“¿Qué
puede hacer un hombre sino convertirse él solo en literatura?
¿Qué
puede hacer un hombre sino inventar sus amigos, o, por lo menos, sus compañeros
de espíritus?”[1]
Alguien
me enteró de dónde es que pasan tus días de sed, entre risas y miradas para el
costado, con lo que se me llena todo cuando me agarra.
MARIA NARANJA INTRIGADA DE CEREZA
Mi
nombre es el de las frutas. Busco las letras que más me gusten. Siempre.
A
veces siempre, no es el tiempo continuado, ni la intensidad más fuerte, a veces
hay siempre de donde no puedo salir y
otros, que se desvanecen como la fruta que como, cuando elijo mi nombre.
Me
he hecho agua al trozar un pomelo, me ha sabido gustar la intensidad amarga.
Ahora
suelo comer cerezas.
Me
gusta ver con las persianas bajas. Solo en partes, ver pedazos, escuchar
ruidos.
Me
seducen las palabras que acarician con intenciones desnudas.
Los
roces cómplices, por eso me gustan los abrazos que sospechan lenguas que no
existen y aún me chupan entera.
Ablandan mi cáscara.
Me
gusta más el emerger que el acabar.
Me
gusta la sensación planta, esa: abrir el cuerpo en donde la piel se estalla muy
suavemente.
Gajos
se despegan.
Sentir
llegar, buscar con paciencia.
Ahí.
Cuando
está llegando.
No
soy blanca, por supuesto, tampoco negra.
Soy
de colores, a veces madura, fresca, soy espesa, lechosa y liviana.
Y
me vuelo en chorros de jugos que se nacen con tu fuerza, con la fuerza de las
manos, y miradas, las del borde.
Pero
como ahora cereza, me voy por las bocas que caminan por verdulerías, calles y
por los de mí sola, cuando el brazo me toca en donde más se pierde, y agua, y
mirar, y ahora, y antes, y después, y todo junto y.
La
consecuencia se pierde del diccionario, del universo.
Invitar
a.
Lo
que encuentro: contenidos de piel, y dibujos de cosas que pasan por otro lugar
que no éste y ninguno que podamos. Un carrusel brillante y blanco galopa por el
cielo.
Estoy
un poco, a veces llena de jugo.
Y
es, como uno de esos es, que es
encuentro, es rasguñar una tela y pasar y es frío y no, calor y sí, y más acá.
Y
risas. Muchas risas. Y volver acá. Y de vuelta allá.
(Y
te está pasando y es muy denso en el borde de).
-Me
ta mor fo sis-
DE. De
dado o de día.
Muchos
gustos de frutas.
Todo
el tiempo invitando a entrar.
Un
mordisco de algo rico, dulce que seguro te empieza, ya te está por gustar y
cuando estás tragando.
MARIA CARNAVAL
Risas.
Muchas
risas.
Un
montón de risas.
Traducción:
mirada entre, juntas todas riendo, codeándose, algunas tiradas por el suelo, otras
coloradas.
Me
mueve de felicidad por un rato, me sorprende con máscaras de lugares, me abre
cajones y se salen volando pañuelos de colores.
Son
de seda y me vuelo fácil.
MARÍA TROZADAMUERTE
Y
hay veces donde leer y nada. Donde la resaca, donde la soledad.
MARÍA TIENE ALGO
Y,
sí. Llegó un día.
Y
me disfracé desmemoriada.
Vuelta
atrás.
En
los mismos agujeros.
Para
oler en la voz.
No
sé dónde, en sus manos. O no en sus manos.
Su
piel, sus ojos, adentro de, en algún lado y en ninguno, en un almanaque viejo y
en donde no sé dónde está.
Se
seca. Se pone dura.
Rancia
y espesa.
Hasta
ahí.
Te
late despacio. Te mata.
Te
escupe.
Se
esconde de pasos y ruidos.
Entre
el estado de ocurrencias.
Vivir,
caer.
Se
carga las espaldas de nombres, de gustos.
Todo
te suena de algún lado.
Como
con los ojos atrás.
Viendo
con el ojo quieto.
VISTE LARGO
Antes
de que llegaran. Frutas, distinto color de pelo.
Escenario
de luces y lindos dientes, sonrisas, y se vuelve todo de color rojo.
Mientras
sonaba entera en una melodía mental, de lienzos blancos y llenos.
Ojos
viendo.
La
mesa interminable, y el adorno de pescado que está sobre ella, los sonidos se
eternizan, y da todo lo mismo y da ganas de explotarse.
Y
desde ahí se mueve.
No
para.
No
para.
Esa
voz de un primer nunca más sin esa voz que te pregunta.
Se
le iba por ahí. Por tus muelas.
Dejaba
migas para disimular.
Vivir,
caer.
Todo
te suena de algún lado.
Como
con los ojos atrás.
Viendo
con el ojo quieto.
María
Naranja había surgido.
REDONDO RECORTADO
Y
ganas de atravesado. Caminar atravesado, escribir atravesado, mirar atravesado.
Lo que termine en las letras del movimiento.
Ondulando,
ondulante. Con la boca llenas de letras que suenan como suena la o.
Saltamos
alto, y vimos despejado. Una en la otra sin que una y la otra y no hay una y la
otra y es un enredo que no para de enredar por el mero hecho de decir que se
junta y separa al mismo tiempo.
Mechones.
Porque
levanté los hombros, finalmente.
FINALMENTE.
Levanté
los hombros. Y es un globo que se pierde, un gajo que se come y ya.
Y
esto y aquello, y en todos lados y como salir corriendo pero no tanto.
Estamos.
¿O son azulejos?
La
lentitud, la comisura de una boca que suena la puerta que se cierra fuerte.
Una
sospecha contundente.
Se
olfatea un grito.
Y
son golpes.
Quiero
correr, espesa. Salgo.
Ya
no soy fruta que empieza a moverse, ahora esta ruina de muertos que acaban en
hojas y cáscaras secas.
Un
tono aprendido, el sonido de un idioma que tira muebles contra el piso.
Naranja
se siente.
Se
hace incienso.
Y
se quema sola o en compañía de quien la deja más o menos sola.
Y
espera que un día a su lado.
Se
cae la piel, se sobra.
Se
arruga, se mete.
Entre
las ranuras de su cáscara.
Guarda.
Crece.
Cambia. La veo siendo desde semilla.
YA ESTÁ
El
día en que Naranja entendió.
Se
había metido en otro lugar, otro nivel, entre algún lado, a una altura que era
otra. Cuando el significado de otro es lo que se agrega diferente. Agujero,
espacio.
Hueco
de olor fresco. Fresco. Húmedo y denso.
Como
un slogan que suena raro, que dice algo descubierto, o como ese ruido que suena
tras la puerta que se había cerrado. Y.
Ya
no sé quién. Y es ruido a salir.
A
salir.
Y
la boca se abre, y las comisuras despegan.
OJO NUBLADO
A
María le gusta más estar del lado de afuera.
En
algunas manos, uñas recortadas con los dientes.
En
los bolsillos, plazas y bancos que miran con el ojo torcido.
Ese
que ve lo que está de costado, lo que te sigue por alguno de los lados en el
fondo de un bolsillo.
Y
para eso mete la mano.
Pegamento,
cruce, encuentro.
Hecha
de palabras.
Un
almíbar dulce de flan con caramelo.
Que
está a punto de quebrarse y empezar a chorrear.
¿Qué
es? Las palabras en la boca se pasean por unos rincones detenidos, que tienen
plantillas en sus vocales, que tienen telas y se hacen dibujos en una pared que
comienza a deletrear aerosol negro manuscrito, la poesía está en las calles.
Bien
justo, en frente de lo que se hace recuerdo de una vereda.
Mientras
están sonando las letras adentro de cerca de tu boca, hay perros sonando, y un
timbre, y voces, y tormenta.
Lista,
fresca y recién exprimida, y sin troquel.
Un instructivo
para el vecino de al lado.
Seguramente
sepas.
Cortar
y pegar.
Es
lo tenso y lo liviano.
Por
donde transita el jugo.
ELLA
De
algún lado la conozco, las letras que la van diciendo son las mismas que voy
escribiendo cuando leo.
De
algún lado esa respiración agitada.
Cuando
me salgo, me lustran los ojos.
Conozco
el sabor amargo, ese que deja ardiente. Ese que espera. Ese que escucha el
sonido del irse.
Y
se abre algún refugio que deambula.
MOSCAS EN TU LENGUA
TU BOCA LLENA DE MOSCAS
MOSCAS VIVAS
La
tormenta de María reitera.
Esa
uña arrancada, de pinza y sangre.
Lo
contó en la sala de espera.
La
garganta repleta de vómito.
Descascarada.
Se
le ocurrió.
Labios
anchos y espesos techos negros.
Y
aliento.
Le
gustó dejarle marca.
Ahora
se anda cortando los brazos, el cuerpo y las muñecas de los brazos que cortan
el cuerpo que entra y se mete de olor y voces que no paran de cortarme el
cuerpo y los brazos.
CUANDO
Mi
lugar, el medio de un lugar de observación vacío. Lo respiro.
Vacío.
Lleno, vacío, se respira, lento, agitado. Entra y sale.
Empieza
a hacer frio y el abrigo pica.
Vine
a algo, correr y olvido, significan lo mismo. Una urgencia cedida.
Viceversa.
Reciproco, inverso y contrario.
Como
lo mismo.
¿Dónde
quedaste María?
PULSO
Se
mueve sin intenciones desde hace un tiempo, se mueve adentro mío.
Se
sale desde un centro al aire.
Desenhebrado.
Y desmembrado.
Todo
junto.
Universo
o lenguaje.
Un
montón de sin letras en aire caldeado, no escaso, cenizas de un fuego que no se
dice.
Los
espejos, el ser de ojos, los otros, se siente un hueco.
Acto
solo.
¿Cuál es el secreto?
¿Cuál es el secreto?
Piel.
El
musgo de la adultez.
Pretender,
linda palabra.
Estas
son tus letras internas.
Y quedar recortado es una mutilación
misteriosa.
La
silla mueve que me muevo, me muevo.
¿Dónde
estás María?
Un
camino, cualquiera y uno.
El
secreto entre piernas.
-A
dónde. Con quién, a qué hora. Pregunta el oficial.
¿Dónde
están todos lo que salieron corriendo?
Lo
supe, me acentué, me puse trazos.
Las
ondulaciones de la piel se van haciendo mientras el que lleva un nombre se
encuentra, perdido, siempre atrás, mirando quién ser.
Dónde
están, si son, jugo de mi sangre, casualidades, si son, una, alguien, si estás
ahí sabiendo, si te estás limpiando. Si estás latiendo y vibrando. O si estás
en otro lado. Si entre hablar y no hablar hubiera un.
Un
misterio, un pan, un beso, un sí, un no.
SÍ, TÉ
Llueve,
cae agua. Copiosamente domingo.
El
ser se vuelve magnético. Resulta ser lo mismo a todos los que imaginan lo
mismo.
Ella
se raspaba a los costados porque le dolía. Ahora se ve desde afuera.
Se
puso un aro en la boca y tiene un teléfono rojo, una caja registradora y unos
sillones haciendo juego.
Nos
dimos la mano cordialmente, como desconocidas de algún lado.
-Un
par de palabras y me pongo contenta, un par de palabras y me pongo triste, un
par de palabras. Así dijo esa voz, en el fondo, de abajo o de allá. Hay alguien
que usa una goma y borra.
El aire
se trenza. O se amasa. O se sacude.
A
palabras de distancia.
Vuelve
esa calesita blanca pintada de colores, y caballitos, y un barco de volante
verde, y el señor que mueve la sortija, la quiero agarrar, la quiero agarrar.
Arriba
es muy alto.
Soy
una flecha roja que te llama.
Estoy
en ese lugar que ocupa todo.
Palabras.
Suben
y bajan.
Se
hamacan.
Pegoteadas
con jugo de fruta pisada.
LA
PUESTA
La
cosa se puso fea. Los detalles tienen que ver con establecer diferentes
criterios para valorar los fenómenos y sentimientos acaecidos en el
experimentar.
Predisposiciones
a la desilusión, a las expectativas, a oscurecer el placer. Como dijo ella, el
otro día.
La
vivencia de este momento se parece a un
lugar que va borrar lo que va diciendo y cuando empieza a limpiarse y todo se
vuelve como cuando es todo blanco.
Contundente.
El
hecho de la dispersión.
SIN
Y
ese aliento.
Esas
escupidas de mezclas, de letras, mezcladas con tu saliva.
Le
gustó dejarme marca.
EL DÍA DEL MEDIO
Hubo
un día donde dejé de verme. No un día, no.
Hubo
una sensación de dejar de verme.
No.
Un
roce.
De
la calle, del asfalto, denso y espeso.
Cuando
me gusta más verte, que verme verte como me ves.
Habito
el sonido de ladridos.
Voces
calcadas en la piel.
Y
salgo por la ventana y tu plaza y los pajaritos cantan, como tu favorito.
Soplan
esos pedazos de clases y bancos tapados de oscuridad.
Soplan
ese gusto a poco. Y lo pueblan de prados, de verdes, de máquinas sonando que
escriben y música que sale de por acá.
A
la sensación de lo traído.
Traído.
Traído.
Agrio.
Traído. Agrio. Agrio. Traído. Traído. Agrio, agrio…
Viento
traído de lo de agrio. Aliento que ya no es feo, ni desconocido.
LO PONDRIA EN OTRO LUGAR
Roja
y me gusta vibrar.
Soy
tela.
No
quiero explicar.
Me
niego.
Me
entrego.
Me
creo.
Me
ausento.
Las
comillas gritan.
Así,
como te suena.
Vos
querés saber todos los ademanes.
Un
adorno redondo y lustrado.
Cortar
en gajos y entrarla en esta boca que no para de comer.
CHASQUIDO
La
piel despierta.
Son
las manos las que vibran.
Se
trata de tocar lo que se imagina.
La
existencia es la puesta en escena de las frecuencias.
Tonalidades,
texturas, tierra mojada.
Ademanes.
Gestos.
EL MITO Y EL ORIGEN
UN
MITO
María
se despertó.
Naranja
salvaje. Árboles y montañas y sol.
Los
ojos tranquilos. Todos sin nombres. Nuevos.
Tirados
en el pasto, rodeados de verdes, y comen, y ríen, y se miran, y hay.
Nómades.
Bocas
sucias de moras, y frutillas.
Convidando.
Se
llaman con las manos.
Vino
de lejos y se enamoró del sol.
María
come y deja comer.
DOS
Algo
pasa con el paso del tiempo que pasa mientras se dan los pasos, algo en el
color de la piel, la rugosidad.
A
veces se desata y otras quiere escuchar.
A
veces en las bocas.
TRES
Ella
multicolor.
Ninguna.
Chispazos.
CUATRO
Se
disuelve. No hay pronombres.
Juntos.
ÚLTIMO
Todavía.
Se
demora. No le responde aún. O busca excusas.
Tiene
una voz reconocible. Pero no sabe qué habla.
No
sabe qué fuerza, qué habla.
Se
le tuerce. Discontinuo.
Solo
existió en la intención de correr una mesa.
Dos
manos llenas de contornos.
Y
la fuerza.
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