sábado, 5 de julio de 2014

LOS INQUIETOS


I
Un universo denso, masculino, repleto de ojos mirándose. 
Desborde. Gritan erres, golpean el piso y sacuden la cabeza.
Amontonamiento de sensaciones que no se dicen, se mueven.
Ahí se juntan. Ahí hay ruido, lo maravilloso se hace oír.
Van y vienen desde que saben lo que es aparecer.
Se les llenó.
Se hidratan. Se vierten.
Cuando los lugares de espacios se llenan de espacios. 
Y una pared de suelo se golpea.
Las campanas sonando y los bailes del patio.
Se encuentran. 
Cada uno por su cuerpo entre sus manos, se relacionan entre lo que tocan y lo que escuchan. 
Y estalla callado uno del otro.



II

Porque mientras la sensación del hallazgo, late el gusto que hay entre lo que hace que las letras no encuentren su sitio.
En donde la sospecha entra y se mueve sola. Y un después se entrena. Se brilla. 
Mientras el sosiego del descubrimiento se filtra, se caen las pieles y se borran páginas. Y hay blanco por donde caminar.
Mientras la espera se transcurre en un espacio que suena como el grito de un auxilio.
Y ellos aplauden y festejan.
Y queriendo más.



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