Suenan los tambores, y hay una orquesta atrás que
empieza, despacio. Una trompeta anuncia un inicio, un origen que galopa con la
fuerza de estallar, viejo o nuevo, y no estaba antes.
Y a partir de ahora.
¿Cómo será?
Alguien que le diga qué nombre tiene
para llevar.
Intuye al universo dentro. Y eso puede significar,
luna, un vecino corta el pasto, y lo que se está secando y lo que se está
poniendo duro, y lo que pasa cuando la lengua se pasea por una encía hinchada.
Un mordisco.
Monos. ¿Cómo empezaron a inventar?
Estar creciendo dentro de un nombre que podría ser
María o Naranja, o Cereza o Violeta.
Un estado.
Murmurar a hacer.
Estar volviendo.
Estar más serios y estar buscando un nuevo juego.
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