En una revista leí este titular: ¿El Arte cura?
Es una pastilla. De esas que te dan a elegir. Y no sabes qué color, o qué
mano.
Es una sorpresa.
Es sentirse entendido.
Es una canoa en un río, no cuando es de mañana y hay verde al costado; es
cuando hay trigales y girasoles y el sol está naranja porque ha llegado su
hora, entonces se despide como lo hacen los recuerdos de la memoria.
Mucho de lo que dirijo tiende a provocarme.
A veces imagino a otros así, entonces mi escritura se justifica en el
encuentro.
En el libro que estoy leyendo, las clases que diera Cortázar hace ya un
tiempo, en 1980. Él explica su paso por la Literatura, y habla de sus compromisos.
La actividad que conecta las agujas.
Se escuchan las risas. O la voz que sale calzada.
Éramos lo mismo dice el reloj, dice el sol. Éramos lo mismo lo escuché de
la canción que cantan Lucy y Marina.
Fundirse debe querer decir eso.
Y sublimar debe querer decir cambiar una acción por otra.
Cuando hay paredones en frente, o hay cuchillos, o hay heladeras, o hay
cigarros, o hay vueltas ininterrumpidas en la cama, ya no me preocupo por
pensar que todo lo que sale debe ser mío.
Me copio de otras voces, de otros sonidos. Los proceso. De alguna manera
los expreso.
Me estimulo.
Entonces escuchar cómo suenan las semillas dentro de la caña, es convidar
la imagen que pulsa.
El viento se puso violento, una ráfaga que calienta el fuego. Vapor.
¿Es doloroso?
Aquietar las manos. Para salir visible.
Para no habitar más las burbujas que se consumen en sí mismas.
Quizás esta sea la etapa metafísica que cita Cortázar en su libro. ¿Ven
cómo pasa?, estar con otros y con lo otro que hace el otro, es meterlo,
enterarse de.
Algo así como entrar en un misterio, o en un tren de los fantasmas, no con
los que asustan. Sino lleno de sorpresas. Los mismos caramelos de yogurt y de
frutilla, de esos que conocés el gusto. O ese yogurt que venía bien cremoso, en
botella amarilla con etiqueta azul y roja, dependiendo de tu registro a la
sensibilidad mezclada.
Las escenas se escriben, se pintan o se tocan, y se repiten cada vez.
Quizás, de las artes, la música sea la mejor, la lectura es como la música.
Las palabras son como la música.
Las letras están para pasarlo bien.
Ese rato, el que duran.
El chico del taller me preguntó si se notaba su desinterés.
Mi hermano me pidió un favor, son las 10 menos 25. Tengo un rato más.
Suena el tema del Jacarandá de Marina Fages y Lucy Patané, la referencia,
lo que se compromete con el estado para ser.
Y al chico le respondí, me tomé tiempo para decir. Él estaba ahí, por
alguna razón seguía estando. Sentado con nosotros, y entonces me interesó su
pregunta, lo hice con el gesto de la boca, me interesó y me hizo pensar, mostré
mis vueltas. Le dije que nosotros escribíamos porque queríamos compartir, lo
que veía era que no estaba escribiendo por lo que no iba a conocer lo que
pudiera compartir, él dijo que se iba a llevar el cuento en el bolsillo.
Para mejor, ahora empezó el que sigue, ya sé que es el tema número 10,
porque es mi preferido.
Como si el deseo necesitara un tiempo por el paso, o un paso por el tiempo.
O pasar tiempo.
Entonces cuando uno muestra desea que del otro lado alguien entre. De
cualquier manera, en el borde, algo.
Buscamos encontrarnos. Disfrutar. Mariano, dijo que podía parecer
hedonista, eso sonó a puro placer, y yo le respondí que en verdad estaba
pensando en cómo se puede transcurrir el tiempo.
Ah, dijo.
Y el otro chico, de ahora en más Yónatan, con i griega, por la forma de su
cara quizás, dijo que todavía no sabía qué quería compartir con otro.
Emocionante para mí.
De alguna manera.
En el pizarrón de Los secretos... ah, sí, entonces si la vida particular y
las novelas en algo se funden es en cambiar los nombres, sólo eso y ni
siquiera. Las letras no invaden, no cortan, se mueven como plumas que lustran.
Hoy sentí algo que se parece a tener miedo y gran deseo. Mostrar. Se.
¿Qué significa la palabra se cuando no hace referencia a saber?
Tic tac.
Nos alienta asistir a recitales, a muestras de poesía, juntarse, se, a
escribir y a leer lo que se escribe, y escucharse (se) con atención, y entrar
en las historias que se funden –se- con lo que tienen y lo que no.
Ariel quiere que hagamos improvisación.
Desafío.
Con Imaginación entramos en las escaleras del Museo de Arte Contemporáneo,
con la intención de mostrar el paso del tiempo.
Y con estas letras muestro lo que practico en la distancia. Y con quien
esté.
Arte.
Amor.
Son las 9:58 del día viernes. Cumplo. Me río lo más que puedo, y muestro lo
que hay dentro de mí. Para no ser como los seres que sólo van por una vía como
impulsados por una fuerza negra que chupa.
Comodidad. Las letras están de la boca para adentro y de las manos para
afuera. No se escucha esta voz cuando compro pan o alguien me saca a bailar.
¿Y si leemos a los griegos?
(escrito autoreferencial)