María
Naranja ahora es espesa y contundente. Ya se cansó de las papas noisette y del
crochet. Ahora une palabras porque le suenan bien.
María
Naranja es un invento como es la fibra que está acá al lado, la billetera y el
billete de adentro. Es una idea, es alguien.
María
Naranja toma whisky aunque no le conoce el gusto. Toma cuando le sirven.
Toma
igual.
Un
día Naranja se descubrió del todo, se acordó de mapas que ya estaban escritos,
miró y dio sus apreciaciones.
Los
arboles torcidos estuvieron en su mejor posición.
A
María le gustó subirse a uno de ellos y trepar.
Un
día encontró una naranja, se sentó en la rama y empezó a chupar.
El
sol salió y le dio una intensidad tenue. Casi se hacía de noche y María Naranja
comenzaba a bailar.
Corrió
lento y miró los peces.
Vivió
en parques silvestres donde se la quisieron comer. ¿Para qué?, se
preguntó un día, habitada por la gran expectativa.
Desde
ese tiempo trepa tres arboles por día, succiona y encuentra el jugo que la
fundamenta.
Dibujo: Luciana Gamberini |
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