Si salgo al
balcón, los bloques se quedan pegados frente a mí como si no hubiera espacio
más allá, o como si el concepto de estreches reinara en el ambiente. Cuando
hace calor, el aire que circula es una sopa espesa, humea y te deja pesado.
En verdad unas
cuantas cuadras, kilómetros o lo que sea más allá, se está en otro lado. Los
costados son largos y a veces infinitos, la amplitud se reparte por alrededor
de lo que se mira. El mar va y vuelve, y se lleva y trae. El sol y la luna se muestran
como distantes y consecuentes, la realidad de lo uno con lo otro aplica para
nombrar a lo pequeño y lo inmenso.
¿Estaremos
vacíos, seremos afectados? Reconocemos el bien y el mal por intuición, así nos
movemos. Todo afecta, cada cosa, cada estimulo, adentro se nos tiñe.
Por entre medio
se nos filtra el borde habitual del que nos hacemos.
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