viernes, 21 de agosto de 2015

V O Z D E C U E R P O



VOZ 1
I

El cuerpo que arruga, envuelve, rompe y sana.
Entré al bosque, sabía que estabas ahí entonces te busqué porque estaba en el bosque y no podía no buscarte, dejé la bici a un costado y entré. Llovió como llueve en verano, cuando de repente hay sol, miré al cielo, abrí la boca y cerré los ojos. Y por un momento me olvidé de vos, cuando me acordé, corrí para calmar mi ansiedad de verte.
Mis piernas se rasparon con las ramas.

Las calles no son de asfalto. Tierra de la que nacen plantas y flores. Las piernas se me habían curado, solo me quedó un raspón chiquito casi invisible en el brazo, al lado del lunar preferido.

-Tu lunar es una superficie, es el mundo dentro del mundo. ¿Cuántas manos tocaron tu lunar?

-A mi raspón solo lo toqué yo. Nadie se enteró o ahora vos. ¿Qué hay atrás de los ojos? Cuerpo, mezclado con lunar y raspón.


II
Vos tenías el pelo largo, dejaste que hacía crecer.
Algo obligado por una ley que avanza.
Un día te despertaste y lo cortaste mirándote al espejo, queriendo cortar algo más.
La libertad es agarrar una tijera y cortar lo que sobra.

III
Lo que más me gusta de tu boca es el diente torcido, ese que se ve cuando te reís.
El hielo que se derrite, los dientes de leche que caen.
El cuerpo es la transformación que no acabamos.

Minúsculo cuerpo
Justo encontré lo que buscaba, en realidad estaba escuchando cuando me convertí en un músculo liso, salí de un desde.
Los músculos no saben si son de verdad o se inventan con el crecimiento de lo que los llena por dentro, carne que se tensa.
Y entonces las lenguas se hacen de lenguaje y también de voces que hablan, o sólo un órgano que sirve para chupar.
Helado de frutilla y chocolate en un cucurucho, entonces, el helado de chocolate abajo del de frutilla. Cuando ya no queda helado de frutilla, queda el de chocolate y parte del cucurucho.
Cuando ya no hay más helado de chocolate tampoco hay cucurucho, o lo hay todo desordenado adentro.
Donde ya es de todos los órganos lo tuyo.[1]

VOZ 2
Mi cuerpo que no fue al trabajo, mi cuerpo que está en otro lado, mi afectividad que sigue donde mi cuerpo no está.
Mi mamá me enseñó a justificar. Todo derecho y uniforme.
Mi papá a hacer trampa, la ficción y los lentes que te ocultan.

¿Está bueno nombrar?
Nombrar es diferenciar, diferenciar es dar identidad. Dar identidad es llamar por su nombre. Y llamar por su nombre, reconocimiento.
Una medalla para...




[1] Del Libro de los Helados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario