Llovió como llueve en
verano, cuando de repente hay sol, miré al cielo, abrí la boca y cerré los
ojos. Y por un momento me olvidé de vos, cuando me acordé, corrí para calmar mi
ansiedad de verte.
Mis piernas se rasparon
con las ramas.
Las calles no son de
asfalto. Tierra de la que nacen plantas y flores. Las piernas se me habían
curado, solo me quedó un raspón chiquito casi invisible en el brazo, al lado
del lunar preferido.
-Tu lunar es una
superficie, es el mundo dentro del mundo. ¿Cuántas manos tocaron tu lunar?
-A mi raspón solo lo
toqué yo. Nadie se enteró o ahora vos. ¿Qué hay atrás de los ojos? Cuerpo,
mezclado con lunar y raspón.
II
Vos tenías el pelo
largo, dejaste que hacía.
Algo obligado por una
ley que avanza.
Un día te despertaste y
lo cortaste mirándote al espejo, queriendo cortar algo más.
La libertad es agarrar
una tijera y lo que sobra.
III
Lo que más me gusta de
tu boca es el diente torcido, ese que se ve cuando te reís.
El hielo que se derrite,
los dientes de leche que caen.
El cuerpo es la
transformación que no acabamos.
VOZ 2
Mi
cuerpo que no fue al trabajo, mi cuerpo que está en otro lado, mi afectividad
que sigue donde mi cuerpo no está.
Mi
mamá me enseñó a justificar. Todo derecho y uniforme.
Mi
papá ficción y los lentes que te ocultan.
¿Está
bueno nombrar?
Nombrar es
diferenciar, diferenciar es dar identidad. Dar identidad es llamar por su
nombre. Y llamar por su nombre, reconocimiento.
¡Una medalla
para!
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