El
mundo, la vida entera desde el primer hombre.
Teatro,
castillo, escenario, plaza, casa, cueva, seres.
Los
juglares hacen malabares con unas bolas rojas y celestes, y ella
en el trono los mira en su hacer divertir.
Los
mira, mientras le sirven miel, las uvas.
Mira
a todos alrededor, ¿son como ella o no son?
Mientras,
se acomoda los bucles, los retuerce con su mano, los retuerce demasiado, ya no
hay bucles, hay pelo suelto mezclado. Los espectadores ahora son verdes en
serio y respiran aire, son árboles en la selva, entre las hojas, el pelo se le
mete entre las manos.
Se meten entre adentro. Son
raíces, son semillas, se mezclan las especies y nace la variedad.
Se
pasa de la actualidad a la Edad de Hierro y a los primeros hombres, somos esos
monos que hacen ruido queriéndose decir.
Nos
pensamos y nos pensamos.
¿Quién
soy?
Calicles
o Antifonte. Igualdad o desigualdad por naturaleza.
Pactos,
acuerdos, una ficción en la que queremos creer.
¿Es
necesaria la Ley?
Ya
no somos monos, observa la Dama, entre lo instituido y lo instituyente hay
leyes que mueven sus banderas, creamos un orden que siempre excluye y nunca es
para todos. Nos acompaña el latido natural que incorpora la imperfección en la
belleza.
Somos un pequeño destello de la luz que podemos ser.